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viernes, 20 de mayo de 2011

Dalias que deliran de Yonni Muñoz.

Por Randolfo Ariostto


Realidad

Sentado el fantasma
en el diván donde debieran estar tus sienes,
un celaje precipitado cruza ante mi vista
y no es tu pelo.
Es mi ficción árida y tenue.
Digiero quimeras en el almuerzo
y no puedo compartir contigo mi postre favorito.
Mastico langostas de dudas
y me saben a cucarachas muertas.
Acéfala se torna mi aclamación diezmada por tu ida
y se orina la lógica de mis vocablos mudos
en una acuarela sorda sin glaciares…
¿Dónde estarán las cofias que me traían tus ojos
En cada meridiano?
Se me fue tu paisaje
Y soy lagarto atolondrado por garrotes absurdos.
Necesito imperiosamente volar.
Me freno: se me cayeron las alas
(nunca he tenido alas).
Vuelo bajo un cosmos de angustias:
Terrible es este sol.
Burda esta galaxia…
Yahoo no es caricia cierta.



Yonni Muñoz, 1964, República Dominicana. Ir esparciendo el rojo, desgranado, un hilillo que se desliza en el cristal donde debiera reposar el rocío del reciente amanecer; a un ápice de sentir los glaciares golpear el vértice del lecho: no hay lecho superior al cuerpo de la mujer amada.

Dejar las vísceras poema tras poema, tejer minutos a “filos de espinas”, asir aquellos ojos al panorama, sobre una “piel de píldora” en cascada.

Cierto, labor de poetas. Dalias que deliran de Yonni Muñoz, libro fresco y sensual; acaso una veta azul salpicada de hierba de trópico y sur y cosas de las casas colgadas al rellano del crepúsculo en un entramado de versos que destilan acosados vez tras vez. Son torrentes, monumentos a la dignidad del amor, benigno fuego el que Yonni retoma y canta sin tapujos, enjambre de lágrimas entreveradas de lluvia y naftalina. “Lagartos de dudas que saben a cucarachas muertas” al lego mundo de la posmodernidad, y que reivindica el fruto de los sentidos más inexorables dispuestos al ser humano para agenciar el orgasmo químico-neurológico que acierta al final de cada poema.

Dalas que deliran es arte que enfrenta la temática del amor en los albores del siglo XXI lo que constituye un reto que no solo ha sabido librar este portentoso bardo, sino que, además, demuestra que la calidad no requiere de temas predilectos, solo genio y vocación, holgada de de cierta preparación artística que cuasi siempre mana en los gajes de la apropiada lectura y el oficio. Enhorabuena, poeta.


RANDOLFO ARIOSTTO
CURNO-UASD, 20/5/2011.


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