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miércoles, 4 de mayo de 2011

Perros con ojos de gatos


Los ojos negros de perros con chispas de anafes de frituras saltándoles hasta el hocico, llenos de la ternura que adoptan los lagos en las noches de invierno. Parecen ojos de búhos los de estos perros que se acuestan a los pies del dueño de la casa y cuidan su sueño, y desesperan el alba protegiendo al carnicero. Ojos de perros bravos que protege la casa de forajidos a desprecio del suculento bistec del extraño. Perros amigos de su dueño, dicho en buen latín: domini canes, con las entrañas hendidas de identidad en desprecio del pedigrí. Los perros de ojos negros no simpatizan con los gatos, amigos de trepar a las mesas familiares y de echar patas al filete del hijo para luego huir ensuciando el mantel y destruyendo los platos. Existen perros de ojos azules, de mirar pausado y presunción de ladridos que acaba siempre en sospechosos ronroneo. Ojos azules como de gatos, a veces verdes, a veces ralos como la grasa de las turbinas de los aviones de guerra. Los perros de ojos azules pretenden ladrar y maúllan, rasgan las alfombras de los hogares ajenos. Ojos gastados, hechos, sabe Dios, si con harapos de pieles cercenadas aquí y allí a fuerza de latigazos. Prometen lamer y muerden, orinan el mejor pantalón del dueño de casa y lo hacen en su propio patio. Salen de barrios lejanos y subyugan a los perros cobardes, aquellos que no alcanzan a tener perritos porque cualquier ladrido los espanta. Los perros de ojos azules se alzan con el chorizo criollo mientras los serviles les hacen alharacas, tienen lenguas bifurcas de víboras y grandes sancos en las patas, no son perros, son gatos, que no entienden lenguaje de humanos.

 No a la intervención pacífica norteamericana,
No a la Barik Gold,
No la Uni Gold.
Fuera Yanquis de Valverde.
Randolfo Ariostto.


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