Visitantes distinguidos de Albasinmadre

jueves, 3 de febrero de 2011

L. S. R.

   A Romaira



Laisha busca mi rostro y se pregunta adentro si le quiero. Stacy busca mi aliento y respira adentro si le quiero. Romaritt busca mis ojos y mira adentro mío si le quiero. Una nube del tamaño de una sombra cuando el sol se esconde a mitad del camino se empoza adentro mío si no busca mi rostro si no busca mi aliento si no respira dentro de mí.
Mis tres vidas, solo quieren tenerme para sí, yo las quiero como esas nubes que dibujan barcos y sueñan amainar en las cumbres. Mi voz se hace débil para mostrar mi rostro para aderezar mi aliento para lavar mis ojos de una lágrima inoportuna.
Laisha parece fuerte cuando mira mi rostro y veo dentro suyo una lágrima chiquita un rayo de sol en el éter de su alma. Stacy me sonríe con alegría de quien colma un ansia de años sin verme y abandona en mi pecho un descanso de siglos. Romaritt abre los ojos como el cristal del agua cuando el sol está hermoso y un ángel encoje las alas dentro de mí. Será qué soy tan débil que me veo en mi rostro que me leo en el pecho que hago siluetas en mis ojos.
Laisha me abre los brazos y mi corazón se quiebra como una cosa seca. Stacy me da un abrazo y me muerdo los labios para no llover sonreído. Romaritt me cuelga del brazo y ya no muero.
Mis tres vidas, el tiempo se abre a los siglos para entender el milagro de tres espacios en tan solo un corazón.


                                                                              Randolfo Ariostto
Mao, CURNO-UASD



Jueves 3 de febrero de 2011

Bucólica


No retoces vida mía por el patio,
que puedo espantar las lucernas de tanta felicidad.
No me nazcas vida mía en el pecho,
que mi corazón no entiende las lindes de las veredas.
No me tientes querida mía
no me escojas,
que te delantan mis ojos si presiento que te has ido.
No me ofrezcas tus manos apretadas
por el incierto camino,
que estoy aquí porque existes
luego existes y no estás.
El paisaje se desnuda cuando lo alumbras de golpe.
Dibujas los andurriales
con tonos que ya no mueren.
Naces cuando mis manos palpitan en oración.
Muero cuando tus manos traspasan una oración.
Oro porque no vienes
oro porque ahora vienes.
No me digas cuando vienes
no me digas cuando voy
dime que no te irás
dime que no me iré.
Hay una rosa de fuego
del otro lado del sueño y
si despierto de pronto
el fuego se vuelve mar.
La luna viaja de noche
adherida a tu corpiño
tendré en mis manos la luna
cuando decidas quedarte.
El sol se explaya en la tarde cuando tus ojos se cierran
Déjame ver el sol, déjame ver el sol.


                                                                              Randolfo Ariostto
Mao, CURNO-UASD

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